Resumen:
“La mundialización que nos ha tocado vivir en nuestros días posee, como el dios Jano, un doble rostro. Una faz es la deseable: la de la unificación humana dentro de un proyecto de desarrollo común. La otra es la faz real: la de un proceso aún indeterminado, que oscila entre la reducción y el ascenso de la diversidad como punto final de esta aventura en pos de la unidad humana. Entre lo deseable y lo real, resta por construirse lo posible, a saber, la unidad dentro de la diversidad” (Regalado, 2008).